domingo, julio 10, 2005

La tia Chofi

Ayer o no? Bueno el jueves 7 de Julio fue el cumpleańos de una amiga una de la mejores Cecy y pues como no le pude dar un regalo como se lo merece por causas de fuerza mayor ($$$$$$) =( no le pude dar un obsequio y aunque tuviera todo el dinero del mundo no bastari­a para darle algo que realmente se merezca pero espero que algún día pueda pagarle todo lo que hace y no hace por mi pero hasta que llegue ese día se los contare.

Que sirva este conducto para darle un reconocimiento por su amistad y estos ańos que se la ha pasado con migo y apoyandome...

Bueno el chiste es que de entre algunos de sus cuates acaudalados le regalaron un CD de poemas de Jaime Sabines y la neta esta perrón y de entre todos los poemas que mismo lee hubo uno que me toco lo mas profundo de mis extrańas (como dirí­a la famosa madre de Maria Expropiación Petronila alias âla Chimotrufia abnegada esposa del afamado y no menos celebre âBotija, todos conocemos uno o por lo menos le apodamos así­ a un cuate de la primaria no falta el naco) bueno el chiste es que ese poema toco las fibras de mi que pensaba que no tenia, ademas todos tenemos una Tia Chofi o por lo menos conocemos una no?, pero bueno para que la verdad no les hable de lo que sentí pues les anexo ese poema con perdón del maestro pero espero que les guste (a los 2 o 3 fans que leen este espacio) bueno aquí se los dejo nos leemos en la proxima gracias.

TÍA CHOFI
Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi,
pero esa tarde me fui al cine e hice el amor.
Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta
con tus setenta ańos de virgen definitiva,
tendida sobre un catre, estúpidamente muerta.
Hiciste bien en morirte, tía Chofi,
porque no hacías nada, porque nadie te hacía caso,
porque desde que murió abuelita, a quien te consagraste,
ya no tenías qué hacer y a leguas se miraba
que querías morirte y te aguantabas.
ˇHiciste bien!
Yo no quiero elogiarte como acostumbran los arrepentidos,
porque te quise a tu hora, en el lugar preciso,
y harto sé lo que fuiste, tan corriente, tan simple,
pero me he puesto a llorar como una nińa porque te moriste.
ˇTe siento tan desamparada, tan sola,
sin nadie que te ayude a pasar la esquina, sin quien te dé un pan!
Me aflige pensar que estás bajo la tierra
tan fría de Berriozábal,
sola, sola, terriblemente sola,
como para morirse llorando.
Ya sé que es tonto eso, que estás muerta,
que más vale callar,
żpero qué quieres que haga
si me conmueves más que el presentimiento de tu muerte?
Ah, jorobada, tía Chofi,
me gustaría que cantaras
o que contaras el cuento de tus enamorados.
Los campesinos que te enterraron sólo tenían
tragos y cigarros,
y yo no tengo más.
Ha de haberse hecho el cielo ahora con tu muerte,
y un Dios justo y benigno ha de haberte escogido.
Nunca ha sido tan real eso en lo que tu creíste.
Tan miserable fuiste que te pasaste dando tu vida a todos.
Pedías para dar, desvalida.
Y no tenías el gesto agrio de las solteronas
porque tu virginidad fue como una preńez de muchos hijos.
En el medio justo de dos o tres ideas que llenaron tu vida
te repetías incansablemente
y eras la misma cosa siempre.
Fácil, como las flores del campo
con que las vecinas regaron tu ataúd,
nunca has estado tan bien como en ese abandono de la muerte.
Sofía, virgen, antigua, consagrada,
debieron enterrarte de blanco
en tus nupcias definitivas.
Tú que no conociste caricia de hombre
y que desjaste que llegaran a tu rostro arrugas antes que besos,
tú, casta, limpia, sellada,
debiste llevar azahares tu último día.
Exijo que los ángeles te tomen
y te conduzcan a la morada de los limpios.
Sofía virgen, vaso transparente, cáliz,
que la muerte recoja tu cabeza blandamente
y que cierre tus ojos con cuidados de madre
mientras entona cantos interminables.
Vas a ser olvidada de todos
como los lirios del campo,
como las estrellas solitarias;
pero en las mańanas, en la respiración del buey,
en el temblor de las plantas,
en la mansedumbre de los arroyos,
en la nostalgia de las ciudades,
serás como la niebla intocable,
hálito de Dios que despierta.
Sofía virgen, desposada en un cementerio de provincia,
con una cruz pequeńa sobre tu tierra,
estás bien allí, bajo los pájaros del monte,
y bajo la yerba, que te hace una cortina para mirar al mundo.